Abrió su hucha y bajó al supermercado. Compró dos botellas grandes de refresco de lima, un pastel de chocolate y una bolsa de manzanas, que le sirvieron de cena.
Tras cepillarse los dientes, fue al despacho de su padre, encendió el ordenador y escribió una historia.
LA HISTORIA DE CORALINE
HABÍA UNA NIÑA QUE SE LLAMAVA MANZANA. BAILAVA MUCHO. BAILAVA SIN PARAR HASTA QUE SUS PIES SE CONBIRTIERON EN SALCHICHAS. FIN.
Coraline (2002)
Imprimió la historia, apagó el ordenador y, debajo del texto, dibujó una niña bailando.
Después se dio un baño, pero echó demasiado gel y la espuma rebosó el borde de la bañera y se extendió por el suelo. Se secó, limpió el suelo lo mejor que pudo y se acostó.