Pan de soda
Agatha Christie, Pan, Tres ratones ciegos

Pan de soda

El panadero se presentó vestido como un explorador ártico y entregó el pan, no sin avisar que el próximo reparto, dentro de dos días, quizá no llegaría.

—Hay carreteras cortadas y atascos por todas partes —anunció—. Espero que tenga reservas suficientes.
—Oh, tenemos la despensa llena de conservas. Sin embargo, creo que sería conveniente que me deje un poco más de harina.

Recordó vagamente que había algo que los irlandeses llamaban pan de soda. Si las cosas se ponían muy mal, intentaría hacerlo.

El panadero trajo también los periódicos. Los asuntos internacionales habían pasado a segundo plano. El mal tiempo y el asesinato de Mrs. Lyon ocupaban la primera plana.

Tres ratones ciegos (1950)

Pan de soda

Miraba una reproducción borrosa del rostro de la mujer muerta cuando la voz de Wren sonó detrás de ella.

—Un asesinato bastante sórdido, ¿no le parece? Una mujer de aspecto vulgar en una calle vulgar. Nadie podría creer que tuviera mucha historia detrás, ¿verdad?.
—No me cabe la menor duda —manifestó Mrs. Boyle con cierto tono de desprecio— de que esa criatura sólo recibió lo que se merecía.
—Oh. —Wren se volvió hacia ella con una mirada de vivo interés—. ¿Así que usted cree que fue un crimen pasional?


Pan de soda

—No he sugerido nada por el estilo Mr. Wren.
—Pero la estrangularon, ¿no? Me pregunto —Wren extendió sus largas manos blancas— qué se siente al estrangular a una persona.
—¡Por favor Mr. Wren!
El joven se acercó a la mujer.
—¿Alguna vez se ha preguntado, Mrs. Boyle, qué se siente cuando te estrangulan? —le preguntó en voz baja.