El bienestar de su padre quedó ampliamente asegurado, ya que tanto la señora Bates como la señora Goddard podían venir; y su última grata obligación, antes de salir de casa, fue presentarles sus respetos mientras comían con el señor Woodhouse, y, mientras su padre notaba cariñosamente la belleza de su traje, ofrecer a las dos señoras todas las excusas que pudo, sirviéndoles grandes rebanadas de pastel y sendos vasos llenos de vino, para compensar cualquier involuntaria renuncia que el cuidado del señor Woodhouse por su salud les hubiera obligado a practicar durante la comida. Ella les había preparado una comida abundante: le gustaría saber que se les había permitido comerla.
Emma (1815)
Islas flotantes
—[…] Señorita Bates, que Emma le sirva a usted un pedacito de pastel, un pedacito muy pequeño. Los nuestros son todos pasteles de manzana. No tiene que temer aquí esas conservas que no sientan bien. No recomiendo las natillas. Señora Goddard, ¿qué diría de medio vaso de vino? ¿Medio vasito pequeño… echado en un vaso de agua? Creo que no podría sentarle mal.
Emma (1815)