—Creo que sé de quién es ése —dijo Ron, algo rojo y señalando un paquete deforme—. Mi madre. Le dije que creías que nadie te regalaría nada y… oh, no —gruñó—, te ha hecho un jersey Weasley.
Harry abrió el paquete y encontró un jersey tejido a mano, grueso y color verde esmeralda, y una gran caja de pastel de chocolate casero.
—Cada año nos teje un jersey —dijo Ron, desenvolviendo su paquete— y el mío siempre es rojo oscuro.
—Es muy amable por parte de tu madre —dijo Harry, probando el pastel, que era delicioso.Harry Potter y la piedra filosofal (1997)
Galletas de jengibre
La profesora McGonagall se sentó detrás de su mesa y se quedó mirando a Harry con el entrecejo fruncido. Tras una pausa, dijo:
—Coge una galleta, Potter.
—Que coja… ¿qué?
—Coge una galleta —repitió ella con impaciencia señalando una lata de cuadros escoceses que había sobre uno de los montones de papeles de su mesa—. Y siéntate.En ese momento Harry recordó aquella otra ocasión en que, en lugar de castigarlo con la palmeta, la profesora McGonagall lo había incluido en el equipo de quidditch de Gryffindor. El muchacho se sentó en una silla delante de la mesa y cogió un tritón de jengibre, tan desconcertado y despistado como aquella vez.
Harry Potter y la Orden del Fénix (2003)
Pastel de limón y merengue
Por fin llegó la última noche que había de pasar tía Marge en la casa. Tía Petunia preparó una cena por todo lo alto y tío Vernon descorchó varias botellas de vino. Tomaron la sopa y el salmón sin hacer ninguna referencia a los defectos de Harry; durante el pastel de limón y merengue, tío Vernon aburrió a todos con un largo discurso sobre Grunnings, la empresa de taladros para la que trabajaba; luego tía Petunia preparó café y tío Vernon sacó una botella de brandy.
—¿Puedo tentarte, Marge?
Harry Potter y el prisionero de Azkaban (1999)