La señorita Spink la condujo a una pequeña habitación llena de polvo a la que llamaba «la salita». En las paredes había fotografías en blanco y negro de hermosas mujeres y programas de teatro enmarcados. La señorita Forcible estaba sentada en un sillón haciendo calceta con gran destreza.
Le sirvieron el té en una tacita de delicada porcelana rosa, sobre un platito, y le ofrecieron una galleta con pasas reseca.
Coraline (2002)
—De todas formas, April, como te estaba diciendo, has de reconocer que el perro viejo aún tiene mucha vida por delante.
—Miriam, querida, ya no somos tan jóvenes como antes.
—Madame Arcati —respondió la señorita Forcible—, la nodriza de Romeo y Julieta, lady Bracknell. Papeles secundarios… No pueden apartarte de las tablas.
—Ahora, Miriam, sí que estamos de acuerdo —afirmó la señorita Spink.