Vivaldi, en La anciana que nunca jugó al tenis y otros relatos que sientan bien (2009)
Un día, el señor Abdelaziz invitó a la señora Chatelle a tomar algo en su casa. Una taza de té con galletas bañadas en canela.
—¡Lo importante es que el canario no lo sabe! ¿No le parece?
La señora Chatelle sonrió, y cogió otra de aquellas deliciosas galletas bañadas en canela.