El panadero se presentó vestido como un explorador ártico y entregó el pan, no sin avisar que el próximo reparto, dentro de dos días, quizá no llegaría.
—Hay carreteras cortadas y atascos por todas partes —anunció—. Espero que tenga reservas suficientes.
—Oh, tenemos la despensa llena de conservas. Sin embargo, creo que sería conveniente que me deje un poco más de harina.Recordó vagamente que había algo que los irlandeses llamaban pan de soda. Si las cosas se ponían muy mal, intentaría hacerlo.
El panadero trajo también los periódicos. Los asuntos internacionales habían pasado a segundo plano. El mal tiempo y el asesinato de Mrs. Lyon ocupaban la primera plana.
Tres ratones ciegos (1950)