Bastián se sentía muy debilitado por el hambre.
El cielo sabe por qué, precisamente entonces, de forma muy poco oportuna, recordó la tarta de manzana de la señorita Anna. La mejor tarta de manzana del mundo.
La señorita Anna venía tres veces por semana, escribía a máquina para su padre y ponía orden en la casa. La mayoría de las veces cocinaba o hacía algún pastel. Era una persona robusta, que hablaba y se reía despreocupadamente. El padre de Bastián era cortés con ella pero, por lo demás, apenas parecía darse cuenta de su presencia. Muy rara vez conseguía la señorita Anna que en el rostro preocupado de él apareciese fugazmente una sonrisa. Cuando eso ocurría, la casa se volvía un poco más luminosa.
La historia interminable (1979)